Debido al fuerte y muy fuerte nivel de inflación, todos los países económicos desarrollados comenzaron a aumentar las tasas de interés de los créditos y depósitos. En tales condiciones, al fabricante le resulta caro pedir dinero prestado y al consumidor le resulta beneficioso ahorrar dinero en cuentas bancarias y no gastarlo debido a los altos precios de los bienes, bienes inmuebles y servicios. El apalancamiento financiero de los tipos de interés para el regulador siempre ha sido muy eficaz en la lucha contra la inflación, pero la moneda tiene dos caras. En primer lugar, los bancos están perdiendo beneficios y préstamos caros y, en segundo lugar, el número de impagos está aumentando, lo que puede conducir a un impago financiero si no se encuentra un término medio a tiempo.
Los balances de los bancos de la eurozona están mostrando «los primeros signos de tensión» tras un aumento de los impagos de préstamos y de los pagos atrasados que anteriormente estaban en mínimos históricos. Así se afirma en el informe de estabilidad financiera de noviembre, que el regulador europeo publica dos veces al año.
Según el BCE, las entidades de crédito deberían aumentar las reservas para cubrir las crecientes pérdidas crediticias. Además, el regulador predice que los beneficios de los bancos se verán afectados debido a una disminución del volumen de préstamos y un aumento de los costes de financiación. Durante el año pasado, el BCE aumentó las tasas de interés en una cifra sin precedentes de 4,5 puntos porcentuales y, muy probablemente, esto alcanzará un nivel máximo en el que sea necesario detener o encender la imprenta y cubrir las pérdidas con envoltorios de dulces.